Su vida fue una historia de fe, trabajo y sacrificios.
Para uno de sus cumpleaños un cliente y amigo le regaló una plaqueta que decía: “Federico, si no hubieras nacido tus amigos te deberíamos haber inventado”. Esa ocurrencia es una buena síntesis de la trascendencia que tuvo Federico Contessi para la comunidad pesquera.
Su vida fue una historia de fe, trabajo y sacrificios. Nació el 29 de agosto de 1931 en San Benedetto del Tronto, Le Marche, Italia. Fue el tercer hijo de una familia de pescadores, con un abuelo apodado “Ndddanddú” que había fallecido en un naufragio en 1922. Desde allí su padre, Doménico partió hacia Mar del Plata cuando Federico tenía apenas 40 días de vida.
El destino y la 2da Guerra Mundial separó a la familia por 16 años. Federico pasó una infancia dura y austera, comenzó a trabajar de muy pequeño ayudando a su tío Ruggero en un Astillero. Ese hombre rudo y osco fue su mentor y le dejó una frase que lo marcaría de por vida: “Cuida al trabajo como si fuera una novia”.
Cuando el frente de batalla pasó por su pueblo y destruyó su casa, Federico, su hermano y sus tíos se refugiaron durante 9 meses en una cueva cavada por ellos mismos, pero sus sueños siempre estuvieron en Mar del Plata, la tierra prometida donde vivía su padre. El encuentro se produjo recién cuando el vapor “Ugolino Vivaldi” lo trajo a la Argentina el 9 de agosto de 1947.
Doménico deseaba que alguno de sus hijos fuera pescador. Federico que no quería defraudarlo se ofreció, pero claramente no era su oficio, la experiencia duró pocos días y prontamente comenzó a trabajar en lo suyo en el taller naval de Don Laureano Bermudez, quien sería su primer y único empleador.
Su capacidad y empuje hizo que apenas 6 meses después fuera el capataz del taller y 2 años más tarde su patrón le informó que no le pagaría más el sueldo hasta que se independizara. Luego de 7 meses de trabajar sin paga comenzó su emprendimiento independiente, reparando embarcaciones y tomando como base un terreno de la familia en Magallanes y Martinez de Hoz. Allí nació el Astillero “La Juventud” que en el año 1965 cambiaría de nombre por el de “Astillero Naval Federico Contessi y Cia. S.A.”
Pero antes de ello, a comienzos de la década del 60, llegaría la oportunidad de construir el primer barco nuevo. Fue el “Compagnello” que con 22 metros de eslora se convirtió en el pesquero más grande construido en el país hasta ese momento. En el año 1962 y luego de tres buques construidos en el terreno de Magallanes, Federico entendió que para seguir creciendo necesitaba mudarse junto al mar y así fue como solicitó a la autoridad portuaria un terreno descampado y anegado donde se emplaza el actual Astillero. Trabajando más de 16 horas diarias Federico y su equipo construyeron el primer varadero privado de la costa Atlántica Argentina mientras seguían construyendo barcos en madera.
El Astillero parecía encaminado, ya se habían botado 16 buques nuevos hasta que un 2 de febrero de 1974 un incendio destruyó todas las instalaciones. Esta sería una de las tantas pruebas que Federico debió superar durante su vida y en cada una de esas adversidades resurgió de las cenizas como el “Ave Fenix”.
Federico nunca se sintió un empresario, su pasión era trabajar y vistió su mameluco azul hasta pasados los 85 años, siempre trabajando a la par de sus empleados. Muchas de las decisiones que tomó en su vida no tenían ninguna lógica desde un punto de vista empresario y quizás ese fue el secreto de su “éxito”, si podemos considerar como tal mantener su astillero activo, cuando toda la Industria Naval Argentina iba desapareciendo por políticas equivocadas.
Con ese afán de no dejar de trabajar construyó barcos en stock y los financió a pescadores o empresarios que no podían acceder a créditos. Las grandes empresas pesqueras de Mar del Plata comenzaron con barcos construidos y financiados por su Astillero, pero también le dio la oportunidad que el Estado y los bancos no le daban a decenas de pymes que hoy constituyen el cluster pesquero marplatense. Entre esas empresas creadas con el afán de no paralizar el Astillero, está también el propio Grupo Veraz, que emplea a unas 900 personas con plantas pesqueras en tres localidades y del cual el Astillero Contessi es el principal accionista.
Pero Federico no solo fundó una empresa, también creó una gran familia. Se casó con Leonilda Novelli (1934-2013), tuvo 4 hijos, 6 nietos y 8 bisnietos. Fue declarado ciudadano ilustre por el Consejo Deliberante de Gral Pueyrredón y también recibió el premio Truentum que es la máxima distinción de su ciudad natal. Por su parte la Repubblica Italiana lo distinguió con las órdenes de Cavallieri, Ufficiale y Commendatore.
Durante su vida ayudó a numerosas instituciones tratando de mantener siempre un perfil bajo, “no sabía decir NO”. En agradecimiento a todo lo que Dios le dio y en recuerdo de su pueblo natal, construyó y donó la Iglesia de San Benedetto Martir. La Fé fue tan importante en su vida que tomó a esa llama como el isotipo que distingue la proa de los 144 buques que construyó su Astillero hasta la fecha
Se nacionalizó Argentino y abrazó a su segunda patria con pasión. Su estilo frontal lo llevó a denunciar la burocracia durante el gobierno militar, lo cual le generó un juicio por desacato, así como la corrupción en el otorgamiento de los permisos de pesca durante la década del 90.
Quienes tuvieron la oportunidad de trabajar a su lado guardan como un tesoro la experiencia y conocimientos transmitidos, pero la forma más efectiva que tuvo de contagiar su vocación por la excelencia naval fue a través del ejemplo que dio un ser muy especial que “cuidó al trabajo como una novia”.